A veinte años de la primavera magisterial del Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación (MDTE) de la Sección 9 del SNTE, cabe recordar que los logros que se obtuvieron: aumento salarial, superior al pactado por los charros y el Estado, democratización de la Sección 9 (conquista de los Comités Ejecutivos Delegacionales y del Comité Ejecutivo Seccional, totalmente democrático), la caída de Carlos Jonguitud, “líder vitalicio” del SNTE y el avance en la democratización en otras secciones del país, codo a codo con la CNTE; fueron el resultado de la participación mayoritaria de miles de maestras y maestros de preescolar, primaria y niveles especiales, con el respaldo de padres de familia y pueblo en general, tanto en la Ciudad de México como en diversas entidades del país.
A lo largo de febrero a julio de 1989, el MDTE supo cohesionar a todas y a todos a partir de las asambleas de escuela, zona y sector, generando instancias de decisión (con consulta a la base) como la dirección colectiva y el pleno de representantes. La naturaleza amplia, asambleísta, democrática y representativa del MDTE le dio rumbo a la lucha, independientemente de la existencia de corrientes al seno del movimiento.
Hoy, que el charrismo, con la complicidad del gobierno, se enseñorea en nuestro sindicato, que usurpa nuestra voz, nuestra representación y eterniza a otro líder vitalicio, Elba Esther Gordillo, no está de más voltear la cara hacia la gesta histórica del MDTE, extraer sus lecciones y contagiarnos de su espíritu unitario y de lucha.
Recuperar el pasado, aprehender sus aciertos, ubicar y superar sus errores, es condición sine qua non, para retomar el rumbo de la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo: escuela por escuela y zona por zona.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
viernes, 13 de febrero de 2009
portadas
Las huelgas de Cananea y Río Blanco, el programa del Prtido Liberal, la oposición de un núcleo insobornable de periodistas revolucionarios, los movimientos campesinos, particularmente indígenas, el descontento de la pequeña burguesía rural y urbana y, finalmente, la inclusión de los terratenientes liberales en la oposición al porfiriato, configuran las fuerzas que pronto darían al traste con la dictadura. Por otra parte, junto a lo anterior observamos la agudización de las necesidades y calamidades de las clases oprimidas y la presencia de la crisis de los de "arriba", las pugnas en el seno del bloque reaccionario de terratenientes y capitalistas mexicanos y extranjeros, reflejada particularmente enla querella entre Díaz y Limantour, que también aspiraba al puesto de presidente. Todo ello, conformó rápidamente una situación revolucionaria.
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